Amparándose en la versión popular, Ricardo Palma dice que el
Inka Atahualpa no habría sido condenado a muerte si hubiera permanecido
ignorante en el juego de ajedrez. Todo parece indicar que las tres grandes
aficiones de los españoles que arribaron al Tahuantinsuyo en los primeros años
de la conquista fueron: el ajedrez, los bolos y los naipes. La afición de
Francisco Pizarro por estos dos últimos juegos esta profusamente documentada, “jugaba a los bolos de día y a los naipes
de noche”.
El ajedrez fue introducido en España por los árabes en el
momento mismo que invadieron la península ibérica, por lo que siete siglos
después de su expulsión por los Reyes Católicos, Fernando de Aragón e Isabel de Castilla, en enero de 1492, había
echado hondas raíces no solo entre los hombres de guerra, sino también entre
abades, obispos, canónigos y frailes. Muchos de los capitanes que acompañaron a
Pizarro, distraían su ocio con las peripecias de una partida, inclusive el
primer arzobispo de Lima, Fray Jerónimo de Loayza, era uno de sus más fieles
seguidores, por no decir un vicioso en el juego de ajedrez. En Cajamarca, la
ciudad de los indios tejedores y las indias hilanderas, los capitanes Hernando
de Soto, Juan de Rada, Francisco de Chaves, Blas de Atienza y el tesorero
Riquelme, se juntaban todas las tardes en la prisión del Inka conocida como “el
Amaruhuasi” o “casa de la Sierpe”, dando rienda suelta a su afición por el
tablero de los sesenta y cuatro casillas.
Durante los
primeros meses de su cautiverio, Atahualpa tomaba asiento al lado del capitán
Hernando de Soto, su gran amigo y amparador, no dando señales de haberse dado
cuenta de la forma como actuaban las piezas, ni de los lances y accidentes de
juego. Pero, una tarde, en las jugadas finales de una partida apostada entre de
Soto y Riquelme, hizo ademan Hernando de mover el caballo, y el Inka, tocándole
ligeramente el brazo, le dijo en voz baja.
-No, capitán, no………! la Torre!
La sorpresa
fue general. Hernando de Soto después de breves segundos de meditación, puso en
juego la Torre como le aconsejaba Atahualpa y pocas jugadas después sufría
Riquelme inevitable mate. Al parecer a raíz de ese incidente el tesorero
Riquelme se la juró a Atahualpa, tanto así que mientras los demás capitanes
invitaban al Inka a jugar una partida, Riquelme se excusaba aduciendo que
Atahualpa “jugaba mucho”. Dice el pueblo que Atahualpa pagó con la vida el mate
que por su consejo sufriera Riquelme en aquella memorable tarde, pues en el
Consejo de los veinticuatro jueces que convocó Pizarro para decidir la suerte
del Inka y donde se le impuso a Atahualpa la pena de muerte, Riquelme fue uno
de los trece que suscribieron la sentencia. Pero mas allá de esta versión que
como dice Palma era popular, lo cierto es que esta no fue causa real de la
muerte del Inka.
Con la invasión de los árabes llegó el ajedrez a la península ibérica en el siglo VIII |
En el juicio
sumario o brevísimo que se le hizo al Inka el día viernes 25 de julio de 1533,
Francisco Pizarro y a quien acompañaba Diego de Almagro fue nombrado juez del
proceso,el escribano fue Sancho de Cuellar, el fiscal acusador fue el bachiller
Juan de Balboa, el defensor del Inka fue Juan de Rada, además hubieron otros
testigos. En dicho juicio se le acusó al Inka de: adulterio, poligamia,
incesto, usurpación, tiranía, fratricidio, idolatría, herejía, sacrificios
humanos, despilfarro y “conspiración”. Sin embargo, toda persona con cierta
formación intelectual o sensibilidad histórica se habrá dado cuenta que todas
estas acusaciones eran una pantomima jurídica y tenían como único objetivo ejecutar
lo más antes posible a Atahualpa. Prescott dice: “Estos cargos, muchos de los cuales se referían a las costumbres del país
o las relaciones personales del Inca sobre las cuales los conquistadores
españoles no tenían jurisdicción alguna, son tan absurdos que provocarían la
risa si ya, no excitaran un sentimiento mas profundo”. Es muy seguro que ni
el propio Francisco Pizarro creyese en la verdad de todas estas acusaciones y
lamentase la ejecución del Inka pues como dice Pedro Pizarro, deudo del
gobernador, “Yo vide llorar al Marqués
de pesar por no darle la vida”. ¿Pero,
porqué se ejecutó a Atahualpa? ¿Cuáles fueron las causas reales por las que se
ejecutó al Inka?
El
historiador José Antonio del Busto incide en “la conspiración o traición” como
causa real y directa de la ejecución del Inka. Dice él: “Cautivo Atahualpa y preso Calcuchímac, aquellos quiteños se negaron a
plegarse a Quisquis, y hartos de la hostilidad de los indios naturales,
decidieron dar por terminada la guerra, regresando a Quito. Por eso pasaban
junto a Cajamarca, y no osaban llegar; estaban de paso para su tierra, sin
general que los mandara ni medios de poder comunicarse con Atahualpa. Más los
españoles ignoraban los motivos de tal marcha masiva, siendo esto lo que
verdaderamente causó la muerte del Inca”. Es decir los españoles “creyeron”
que un ejército de tropas quiteñas, contando con la anuencia del propio
Atahualpa, preparaban una gran rebelión para liberar al Inka en Cajamarca,
cuando en realidad se estaban regresando a Quito. Según del Busto, este error o
“traición de Atahualpa” como lo denominan muchos cronistas, fue el motivo que
impulsó la rápida ejecución del Inka.
Sin querer
disculpar la actuación política de Pizarro en el juicio, sentencia y ejecución
de Atahualpa y sin descartar la hipótesis sostenida por del Busto, creemos que
hubo otras causas no mencionadas por la historiografía tradicional por la que
los españoles decidieron la ejecución del Inka.
1º.-La
necesidad española de abandonar Cajamarca en dirección hacia el Cusco, la
capital del Imperio donde se sabía gracias a la expedición de Juan de Zarate,
Pero Martín Bueno y Pedro Martín de Moguer, que existía más oro y plata de lo
que hasta ese momento habían visto y donde la presencia de Atahualpa en dicha
marcha hubiese puesto en riesgo la vida de todos los españoles, pues no solo
las tropas quiteñas al mando de
Quisquis, que controlaban el centro y sur del Tahuantinsuyo, se hubiesen
enfrentado a los cristianos buscando la liberación del regio cautivo sino
también los diversos grupos étnicos arraigados en dichas regiones y enemigos del
Inka . Los españoles entendían que al iniciarse la denominada guerra civil
entre Wasqha y Atahualpa, la gran mayoría de nacionalidades del Imperio se
adhirieron a Wasqha, pues eran sus aliados
no solo los propios cajamarcas sino
también los cañaris con su curaca mayor Ullco Colla, los chachapoyas con su
curaca mayor Huaman, los soras, chancas, rucanas, yauyos, huancas, los
tallanes, lambayeques y chimúes, entre otros. Entendían además que la “obediencia”
de estas nacionalidades a Atahualpa era fruto del desenlace de la guerra, es
decir una obediencia militar, una obediencia del terror, pero capturado el
Inka, estos grupos buscaban restablecer
su apoyo a quienes ellos consideraban les permitiría mantener ciertos y mejores privilegios políticos sino su ansiada autonomía regional. Por ello para
los españoles era necesario establecer
alianzas políticas eliminando a Atahualpa y nombrando un Inka del bando
Wasqharista que fuese del agrado de todas estas nacionalidades. Queda claro
entonces que para los españoles, muerto el Inka, el único obstáculo en la
marcha española de Cajamarca al Cusco debían ser las tropas quiteñas o
atahualpistas a los que podrían vencer con sus nuevos aliados. Las crónicas refieren
que “de la muerte de Atahualpa se alegró
todo aquella tierra”, lo que refleja
el odio que en casi todo el Tahuantinsuyo se le tenía a los quiteños y el
acierto que tuvieron los españoles al ejecutar a Atahualpa.
2º.-La
presencia de Almagro “el Viejo” y su gente en Cajamarca. Según los roles establecido
en “la Empresa del Levante” o “Empresa invasora del Perú”, Almagro era el
encargado de proveer las expediciones de Pizarro con gente, pertrechos,
alimentos y vituallas, por ello solía estar mucho tiempo en Panamá, ciudad
donde probablemente se enteró de la captura del Inka Atahualpa en Cajamarca.
Almagro hizo su ingreso a Cajamarca con 150 hombres de a pie y 50 jinetes a
mediados de marzo de 1533, siendo testigo al lado de sus hombres del reparto
del oro y plata de Cajamarca el 18 de junio de 1533 y como también 167
españoles se volvían absolutamente ricos. Se dice que Pizarro separó 20,000 pesos de oro para los hombres de Almagro “para
ayudar de pagar sus deudas y fletes, y suplir algunas necesidades que traían…”.
Seguramente que dicha cantidad no fue del agrado de los almagristas por ser
exigua frente a lo que recibieron los que menos ganaron en Cajamarca, pero
entendían también que por no haber estado presentes en la captura del Inka nada
les debía tocar. A través de la lectura de las crónicas se ve que ellos eran,
al lado de su líder, los principales instigadores para que se matase al Inka, y
se realizase la ansiada marcha al Cusco, ciudad donde llegarían como
conquistadores y por ende sujetos con derecho al reparto del oro y plata que se
podía encontrar en “la ciudad sagrada”.
Ejecución del Inka Atahualpa en Cajamarca en julio de 1533.
Dedicado a Pedro Suárez Vértiz
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Interesante!!!! la verdadera historia de la ejecución del INKA ATAHUALPA.... debería de haber una mejor difusión de nuestra historia!!!
ResponderEliminartenia entendido que fue porque arrojó la biblia al suelo. y el famoso rescate? en que momento se da?
ResponderEliminarno es la verdadera historia segun mi opinion <3
ResponderEliminaryo nosse
ResponderEliminarInteresante,hay cosas que no sabemos,de la historia del peru ,y gracias a distindos escritos e historiadores.se sabe un poco la verdad.
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